En la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) coincidimos con lo planteado por el Presidente Javier Milei respecto a los perjuicios de un Estado omnipresente –que asfixia al sector privado y de este modo condena a nuestro país al atraso– y a la necesidad de desregular muchos aspectos de nuestra economía.

En la CAC reiteradamente denunciamos las muy negativas consecuencias que tiene un sector público sobredimensionado. Un excesivo gasto publico deriva en una presión tributaria desmesurada –que mina la competitividad de las empresas y bloquea la generación de empleo genuino– y en un déficit fiscal crónico que lleva a la emisión monetaria y a la inflación sin control, con los nefastos efectos que esto tiene.

Pero la excesiva presencia del Estado en Argentina no se evidencia solo en los niveles de gasto, sino también en las múltiples injerencias que éste tiene en la vida de individuos y empresas: regulaciones por doquier, trabas de diversa índole, regímenes informativos innecesarios, controles inconducentes y un largo etcétera, nos impiden desarrollarnos y nos condenan a la postración.

Es por eso que celebramos anuncios tales como la derogación de las leyes de alquileres, de abastecimiento y de góndolas, como así también la supresión del observatorio de precios. Asimismo, aplaudimos que se haya decidido implementar una modernización laboral, que nuestra Cámara tantas veces reclamó.

En la CAC, desde nuestra fundación hace casi 100 años defendemos y promovemos la iniciativa privada y la libertad económica. Es eso lo que prescribe nuestro estatuto social y son esos los valores en los que creemos. Estamos convencidos de que no hay progreso sin un sector privado pujante; y sabemos que para que las empresas
progresen es necesario que el Estado no las ahogue.

No estamos en contra del Estado: los argentinos necesitamos un mejor Estado que haga lo que debe hacer, en línea con lo que prescribe nuestra Constitución; y no un Estado que distraiga sus energías de lo que le es propio y se convierte en una máquina de impedir.

Lamentablemente en las últimas décadas el Estado fue más un estorbo que un aliado para buena parte del sector privado. Los escandalosos indicadores económicos y sociales que registra Argentina demuestran que un sector público omnipresente no garantiza el progreso, más bien todo lo contrario.

Abogamos por que esto se revierta y celebramos que los anuncios de esta noche vayan en esa dirección. Lógicamente, no pudimos aún hacer un análisis y ni siquiera leer íntegramente un DNU que contiene más de 300 artículos, pero coincidimos plenamente con la orientación planteada en el mensaje presidencial.

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